Primero me disculpo con algunas lectoras que en el paso de los últimos meses me preguntaron y medio reclamaron halagadoramente el por qué del cese de publicaciones, perdones a todas, la verdad no tengo una respuesta atinada como quisiera; simplemente se me fueron las ganas, pero hoy por alguna razón, volvieron.
Desde el primer día que uno se pega al chiquillo a la teta, que si todo sale como debería de salir eso termina siendo durante los primeros minutos de vida, a uno le surge en los adentros de la conciencia, una preguntita muy pero muy opacada por otras preguntotas. ¿Y sí me estará saliendo algo?, ¿ y sí lo estaré haciendo bien, ¿estaré haciendo al menos algo bien?, ¿y sí es en serio que no se voltean cuando me saco las chichis?, y aquella preguntita escondida, ¿hasta cuando voy a continuar haciendo esto?.
Esa pregunta tan sumergida en capas de otras preguntas que nos parecen mas importantes, se empieza a develar a medida que el mero tiempo va respondiendo el resto; uno se da cuenta que sí le salía algo, uno se da cuenta que jamás va a estar segura de si está haciendo algo bien pero "se me afigura que sí", a uno ya le vale que nadie se volteé al sacarse las chichis por lo tanto esa pregunta se elimina y entonces, como para ya cuando uno se contesta este par de preguntas el chiquillo ya tiene unos 4 o 6 meses, empieza a aflorar aquella otra escondida... ya en serio, ¿hasta cuando voy a continuar haciendo esto?
Primero, está el romance que nos surge a muchas mamás, "dar teta es maravilloso", "es tan bonito", "siente uno esa conexión... ¿sabes como?" (respuesta de una mamá de chiquillo de 4 a 6 meses, franca chaqueta mental de madre de bebé menor), pero entonces el romance empieza a declinar, cual noviazgo maduro o matrimonio volviendo de la luna de miel; maso menos por el octavo mes, cuando el chiquillo empieza a pelar los dientes, algunas antes, otras después y entonces una revierte la historia "santo señor, ya por Dios, en serio, ¿cuanto va a durar ? ama la chichi con locura y pasión ¿es en serio que un día la va a dejar?"
Las madres de mi tribu... no es cierto no tengo tribu, no encajo en patrones, si tuviera tribu sería un total "señor de las moscas" hay mujeres que saltamos de tribu en tribu por supervivencia humana. El caso es, que algunas madres, solemos repetir con orgullo "le voy a dar hasta que el plebe quiera, porque voy a tener un destete respetuoso"
Paréntesis, ¿que es eso del destete respetuoso? yo eso del destete respetuoso la primera vez que lo oí fue en una plática muy interesante a la que me llevó una amiga en mi misma situación de "amo darle chichi a mi bebé de 8 meses pero..." el destete respetuoso se resume en "no ofrecer, no negar" o algo así, dispense mi falta de sabiduría en destete respetuoso, como este es un blog non médico (lo cual repito continuamente) y donde la honestidad abunda y empalaga, no me voy a dar las cartas de experta pero al final puedo decir con mucho orgullo que terminé teniendo sin querer queriendo un destete respetuoso.
Para esto la nutrióloga que nos dio la plática fue harto de sincera, nos dijo como tal, yo a mi hijo lo sigo lactando y por ende no puedo hablar de mi ronco pecho, pero en experiencia de otras mamás, destetar a un bebé puede llegar a ser de las cosas mas difíciles, ya sea que se haga por motivos médicos (que terminan siendo muchas veces motivos mal fundamentados) o por motivos personales, pueden ser días de llantos inconsolables y huelgas de hambre en contra de la fórmula y las papillas. Ya se imaginará el entusiasmo para buscar destetar al chiquillo... aunque sea algún día de estos.
Mentiría si dijera que la lactancia a partir del año fue maravillosa, al año seguía siendo algo que disfrutaba bastante, navegaba en el barco del romance,"es bien bonito" , ni se diga al momento de calmar al chiquillo de un berrinche, cansancio, etc.. destetar no era opcional, era paz mental, aun aguantándome una que otra mordida perdida o roce de dientes.
Mas o menos a partir del año y medio o año 10 meses, la lactancia se volvió mas engorrosa que encantadora, aunque las tetadas cada vez eran menos, quizás 4 en el día de carrerita y una o dos nocturnas casi siempre lentas y cansonas, se volvía algo tedioso. Destetar sin embargo era inconcebible, ya no era tanto "doy chichi porque es re bonito" ya era mas "doy chichi... porque si se la niego dos segundos arde Troya, no me imagino negarla por completo".
Ya al fin me paso al cómo sucedió, ahora que quizás he logrado que se sienta identificada y que no es la única mala madre que piensa todos los días de su vida "ya en serio hasta cuando se va a seguir pegando". Nos fuimos de fin de semana a Mazatlán a pasar unos días con mi familia, meatball y yo solitos, al marido lo dejamos "sufriendo" solo en casa Meatball tenía exactamente dos años cuatro meses y seguía tan enchichado como siempre, no mostraba ningún signo de destetar pronto. Para esto noté la diferencia abismal entre estar con un chiquillo de un año y medio echada en un camastro de playa y un chiquillo de dos años y medio; me sentía relajada, mientras le tuviera comida, el plebe agusto, en el camastro echando nachos y jugo de piña mientras mamá chismeaba con las hermanas tomándose una chela bien helada, cuando apenas hacía un año no hacía mas que perseguir al niño por todo el hotel sin poderse quedar quieto un segundo.
El primer día lo pasamos de maravilla, dormimos enchichados, como siempre, incluyendo una siesta en el camastro de la alberca. El segundo día pasó algo muy curioso, pasado medio día mi mamá se ofreció de voluntaria a cuidar al niño en el cuarto de hotel, "vete a la alberca con tus hermanas" no me lo dijo dos veces, pasé unas dos horas maravillosas echando mas chelas de lo debido en la alberca del hotel, sintiéndome libre, no extrañando al crío ni un segundo, supongo que algo tuvo que ver el tener esa sensación tan precisa de despego, de la cual no me avergüenzo en lo mas mínimo, la atesoro, simplemente se sentía natural, ya nos necesitamos un poco menos.
Al volver al cuarto con quizás one too many chelas encima, me acosté a amamantar al chiquillo, ya pasaba la hora de la siesta y ya se veía cansado (osea rejegón y berrinchudo); se despegaba exaltado y golpeaba sus algún día amadas chichis (literal, golpeaba las chichis) yo me enojaba, me tensaba y lo cambiaba de lado, la verdad que no me estresaba tanto gracias al penoso exceso de cerveza pacífico por mis venas, pero me sentía cansada (ok, peda), el chiquillo gritaba, pegaba, chillaba más, golpeaba mas (ya sabe, el tango, solo las que lo hemos vivido lo podemos comprender), después de unas dos horas de intento, les pedí un aventón a la casa donde nos quedábamos Meatball y yo, de seguro por borracha, me decía, seguro le sabe a cantina de baja monta, soy la peor mamá del universo.
En el cuarto fue la misma cantaleta, con la diferencia que la peda pasó a ser cruda y meatball se desvanecía de cansancio tras un día asoleado sin haber tomado un minuto de siesta, lloró y lloró desesperado hasta que se durmió sollozando, jamás imaginé que empezaba el destete, lo tomé como un muy mal día para ambos y nos quedamos dormidos.
A la mañana siguiente, se despertó de buen humor, esos minutos que exudan ternura al despertarse uno con el crío en brazos, los hueles, los besas, acaricia, te ríes, se ríe, te derrites. Minutos que alimentan el tanque que se echa uno después aguantando berrinches y pataletas (yo le doy besitos en los berrinches, no para calmarlo, para calmarme yo con su aroma que si no lo hago, le llaman al DIF los vecinos). Tras los minutos de oasis empezó el juego, ofrecí la chichi, se molestó, se molestó de una forma que me parece difícil de explicar, como si a un adicto rehabilitado le ofreciera uno un trago, como con dolor, como "si quiero pero no puedo", tardé en comprender lo que estaba pasando más cuando meatball a esa edad estaba mudo, no necesitaba hablar, las cosas eran claras, se estaba despidiendo y me pedía mi ayuda; me bajé la blusa y y al fin asimilé lo que estaba pasando; lo abracé un buen rato y una parte de mí decía "debe de ser el viaje, seguro volviendo a casa todo a la normalidad", pero no.
Ese día tomamos el avión y jugó todo el recorrido, no hubo oportunidad de considerar si se le ofrecía o no la chichi; al llegar a la casa se emocionó al ver al papá, jugó con papá, subió, bajó, comió, pero jamás pidió. Fue su segunda noche sin chichi, lloró casi tanto como la primera pero le cantamos canciones y arrullamos un rato hasta que eventualmente se durmió, todavía para entonces no tenía idea de como iba a funcionar nuestra vida sin la teta.
Al día siguiente (y sí, aqui le juro ya se termina la crónica); se despertó un poco malhumorado, me dije a mi misma... la última y nos vamos; le volví a ofrecer y rompió en llanto, un llanto que solo le he visto esa ocasión cuando decidió destetar, de nuevo el llanto que yo traduzco como "no ves que si quiero pero no quiero" me bajé la blusa, lo abracé y lloré solo un poquito con él, le pedí perdón por andarle ofreciendo, le expliqué que quizás ya no habrá chichi, pero siempre habrá mamá, siempre, no importa que fuera ya un niño grande, yo siempre estaría ahí, con o sin chichi, solo encontraríamos otra forma de conectarnos y creo que entendió cada una de mis palabras; nos regalamos cinco minutos de nadir, lo saboreamos y creo que de alguna forma ambos lo guardamos en nuestra memoria, para al final romper el abrazo; ese día tuvimos un día normal, lleno de risas, llantos, berrinches y muchos besitos, seguido de una noche un poco menos pesada. Las noches cada vez fueron menos pesadas, tratamos con cuentos, canciones, palmadas, paseadas, al final lo que mejor funcionó fue simplemente apagar la luz, acurrucarnos y dormirnos, tan simple y llano como se lee.
No voy a ahondar en la parte física o clínica o anatómica o como le guste llamar del destete, fue sencillo, me extraje un poco un día, menos al siguiente y quizás una miseria al tercero en la regadera, de ahí en mas se fue para no volver, al menos con meatball. Nunca volvió a pedir, jamás se volvió a mencionar, se fue para bien. No, no lo extraño, porque fue natural, yo estaba ya lista y el también, hemos desarrollado un vínculo distinto y lo he disfrutado enormemente, no me arrepiento de un solo minuto de haberle dado ese amor tan especial que un par de chichis cansadas pueden dar. Si algo aprendí y me quedó muy claro, es, que si meatball dejó por sí solo la teta, lo puede todo, lo va a dejar todo, va a crecer sobre todo lo que parece que nunca va a crecer; ya si escucho "nunca lo vas a sacar de tu cama" pienso "pue'que no" ó "jamás va a dejar el pañal" digo "pue'que no", pero acá entre nos, se que sí, que si no lo hace aun es simplemente por que no está listo y quizás yo tampoco, así que lectora, no se presione, sepa que si ya está, como tal, harta de amamantar, es normal, abrace ese sentimiento porque es sano, si lo sigue haciendo por la razón que decida hacerlo, lo está haciendo de maravilla y merece sentirse orgullosa, si ese hartazgo la lleva a forzar un destete, tampoco se sienta la peor madre, lo está haciendo bien y solo usted conoce sus razones, si decide dejar fluir las cosas y confiar en la naturaleza, tenga paciencia, no hay dos historias de destete iguales y la suya va a ser única y perfecta para ambos, esta no es una guía ni está cerca de serlo, es una crónica y usted también va a tener la suya propia. Gracias por leer.